lunes, 3 de mayo de 2010



Cuando hablamos de nuestros derechos, sí, y no de obligaciones, ¿Obligaciones? una mentira más en éste Estado que pertenece a la cultura de la Hipocresía. Nuestros derechos supuestamente están ligados a una fuerza moral que nos induce a tener obligaciones, tareas, y demás fantasmadas gubernamentales, pero hoy por hoy nos damos cuenta de que por cada derecho que tenemos, hemos de cumplir con noventa mil obligaciones, que a su misma vez contraen más y más tareas.

Cuando luchamos por ellos, comienza a suceder lo peor, en manifestaciones el yugo opresor estatal capitalista, vuelve con sus cadenas y sus abolladores de ideas, para intentar ahogar nuestra voz. Para más inri, los de arriba dicen que se preocupan por nosotros, que hacen jornadas juveniles, que crean más empleo, que mejoran las universidades, que la sanidad será satisfactoria para el pueblo... y ¿cómo lo hacen?, con la PRIVATIZACIÓN. Cuando coño entenderán, que el motivo de nuestra agresividad, de nuestro odio, de nuestra razón de lucha, nace de sus propias entrañas, de sus mentiras, de sus ganas de destruir el mundo a cada paso, con sus mítines, con sus asquerosos cuerpos de orden cívico.

Cuando coño entenderán que nuestros derechos no se venden a ninguna fábrica del Mc Donalds, a ninguna industria burguesa, ni a ningún sistema que oprime al obrero y al campesino, que el odio, la rabia del pueblo, permanece durmiendo en las ruinas de las barricadas que en antaño se alzaron con fuego contra el fascista, el mismo fascista que hoy viste de corbata, el mismo que sigue llevando por el camino de la muerte a nuestro pueblo. Lo más triste de todo, es una pregunta fundamental para todo ésto ¿Quién merece tener verdaderos derechos? El que no tiene ni puta idea de sus derechos fundamentales, el que permanece en su sillón mirando los celajes, es aquel que vive de puta madre pensando que hace bien cumpliendo sus obligaciones como ciudadano hipócrita, ya que repito una vez más que vivimos en el Estado de la Hipocresía, aquel que hace actos cívicos para ganar medallas, sobrenombre y galardones, aquel que aun sabiendo las injusticias que recorren de Europa a África no mueve ni un dedo... Ese siempre estará de puta madre en su edén conformista e irracional, pero qué pasa con aquellos, que en el mero intento de alcanzar su libertad, sus derechos, en alzar sus puños al aire, aquellos que asesinan hasta el último aliento de voz para gritarle al injusto, al racista, al homófobo, aquel que es apalizado en manifestaciones, aquel que lucha por ti, por tu madre, por tu padre, por tu hermano mulato y por tu cuñada china, aquel que se deja el pellejo porque tu padre tenga derechos en el trabajo, aquel que lucha porque tu madre sea igual que el compañero que trabaja con ella pero que gana mayor sueldo por ser hombre, que pasa con aquel que lucha por la multiculturalidad, por el internacionalismo, por la sociedad igualitaria. ¿Qué ocurre con toda esa gente? que gracias a los medios de manipulación queda en el anonimato, hasta tal punto, que las huellas que dejaron en ésta gran playa, son borradas concientemente, pero los que las borran aun no entienden una cosa... Que nosotros somos el mar, todo lo vemos aunque parezcamos estáticos, todo lo sentimos aunque parezcamos inmóviles... que siempre estaremos, y cada vez que uno de los nuestros caiga, mil como nosotros saldrán a la superficie dispuestos a crear mas huellas, para aquellos que vengan detrás, jamás olviden que luchamos por la libertad, por nuestros derechos, por una sociedad igualitaria, para que jamás olviden que siempre hay que caminar hacia adelante, que nunca hay que abandonar, y que si abandonas la lucha por la libertad, ¡Abandonas la lucha por tu vida!.

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